El día menos esperado... te levantas y descubres que algo tan frágil como fugaz te envuelve.
La niebla ha llegado: a tu ciudad, a tu vida, a tu rutina.
Y debes caminar a solas entre ella, para empaparte de preguntas y de pequeñas gotas de agua que rizan tu cabello.
La niebla te permite avanzar, pero de manera prudente. Te ciega momentáneamente pero te deja ver lo que hay, lo que te espera. Te confunde y juega contigo. Pero en el fondo te quiere.
Un banco vacío es el preludio de una historia que todavía no va a ser contada. Hay pequeños seres que son testigos de tu silencio.
La niebla.
De sus entrañas aparecen historias que nadie más puede ver. Emergen figuras humanas (y no tan humanas) protagonistas cada una de su propia vida. Muchas veces van solas, otras veces se sienten solas, otras tantas no quieren saberlo...
El caso es que vagar por la niebla es como un viaje al interior de uno mismo. Es privado, fugaz, necesario, increíble...hasta la próxima vez que algo así ocurre.
Yo, por si acaso, me traigo mi viaje interior en analógico.
Aunque, ahora que lo pienso, lo mismo fue un sueño en blanco y negro.
Vuelvan pronto, son bienvenidos.