Bienvenidos al maravilloso mundo del circo.
Pasen, pasen y busquen un asiento cómodo. Abran la imaginación y, por favor, no lleven reloj.
Durante más de dos horas olvidarán todo lo que hay fuera de esta carpa. Conseguirán relajarse y disfrutar con los malabaristas. Ejercitarán la agudeza visual para conseguir, sin éxito, averiguar cómo aparece y desaparece la chica en el truco de magia. Reirán y reirán cuando los payasos salgan a la pista. Aplaudirán, asombrados, a la acróbata que parece levitar hacia el techo. Se quedarán atónitos al comprobar que han vuelto a ser niños, que cantan las canciones, que aplauden y salen con la agradable sensación de que el corazón anda mejor.
Porque hay que dejar que ellos hagan lo que mejor hacen: sacar una sonrisa a cada instante.
Después, cuando salgan de allí, no olviden comentar a todo el mundo que vayan al circo. Son una maravillosa familia.
Lo mejor de todo esto es escuchar el sonido de las risas de los niños...
(Desde aquí mi humilde homenaje al circo con fotografías realizadas en el gran Circo Berlin Zircus a su paso por mi ciudad, Jerez de la Frontera)
Muchas gracias!
Buen trabajo.
Un saludo.