Hay veces en que una fotografía analógica, simplemente, no te sale. 

La toma que veis aquí es una que realicé cuando iba por la playa con la cámara de formato medio, Bronica ETRSi. Mi miedo a sacar a niños me hizo dudar en el momento del disparo. Salió desenfocada. Y me dio mucha pena porque la fotografía hablaba por sí misma. La infancia, la maternidad, la protección, las risas, los recuerdos. Una madre, un hijo y al fondo un velero. Todo eso estaba ahí, en esa fotografía desenfocada. 

Pero ahora le doy valor porque conseguí transmitir todo lo que pretendía en ese momento pero de manera diferente.

Os cuento cómo ocurrió.

Todo empezó con un negativo de formato medio. De pronto descubrí que el carrete Fujifilm Pro 400H ya había dejado de fabricarse. Aunque podéis encontrar todavía algunos en Carmencita. 

Recordé que había comprado una caja de 120 hacía tiempo. Había tirado solamente un carrete y no había salido bien, porque al revelarlo no puse la cantidad suficiente de fijador en el tanque de revelado. El fijador no cubrió todos los negativos. Pero los guardé de todas formas. Al ver que era un carrete que ya no iban a fabricar más me decidí a darle vida a esos negativos. Y con corrosivos empecé a darles otra forma.  Creé una manera diferente de visualizarlos creando al espectador otras sensaciones: de ensoñación, de misterio, de intensidad.

El resto de los carretes sin disparar están caducados pero guardados en la nevera. Serán usados también.

En este proyecto hay carretes de varias marcas y formatos. También algún que otro caducado. El color, al manipularlo con corrosivos y dependiendo de la marca de carrete, va variando. 

La primera y última fotografía de esta entrada son autorretratos.

Esta serie se titula Fotosensibles, no veía mejor homenaje a esos negativos ni tampoco a vosotros.

Vuelvan pronto, son bienvenidos.